El Ojo del Escorpión

Sangra la garganta roja



El noble pueblo venezolano habló en las urnas. La emocionante victoria del bloque del No, enterró el proyecto malsano del socialismo del siglo XXI. Colocó cicuta en la pócima humeante que sostienen las manos temblorosas del sátrapa Fidel Castro. Otro de los grandes defenestrados en la jornada del domingo pasado. Además dibuja el verdadero rostro de un gobierno corrupto, mediocre e incapaz. En más de ocho años el gobierno de Hugo Chávez, exhibe una de las peores administraciones que recuerde el hemisferio occidental.

Aguas adentro se nota una verdadera guerra a cuchillo en las huestes del chavismo. Entre sus peores protuberancias, está la vergüenza de una Asamblea Nacional, llena de oscuros personajes "levantamano", especie de borregos con las rodillas pegadas en el piso de la más asqueante de las sumisiones. Adoradores de un hombre, con un fanatismo sospechoso y enfermizo. Enanos de manos cortas y de podrido el cerebro. Igualmente en la mayoría de los casos con gobiernos regionales y locales que son una pandemia social. Muy pocos funcionarios del gobierno tienen algún hecho que mostrar en positivo. Muchos de ellos se escudan en una red de miles de alambradas mediáticas en donde colocan su mensaje. En el fondo la gestión es inconsistente, un legajo de pocas ejecutorias en la realidad meridiana.

Los dineros de todos los venezolanos han servido para transformar gobiernos y acciones lejanas, en detrimento de las comunidades nacionales olvidadas en la peor de las calamidades; entre nuestras humildes barriadas el hambre se transforma en armas, muerte y delito. Los niños dejan la escuela temprano, la vida mustia los acompaña por los febriles atajos del miedo. Mientras tanto el gobierno de Hugo Chávez, en traje de oropel, financia las banderas putrefactas de un socialismo atravesado por la gangrena de los tiempos idos.

Seguramente hoy con el signo de la derrota en la frente, Evo Morales, Daniel Ortega y sus aláteres saben que Venezuela los venció a ellos también.

La propuesta de reforma era un plato indigesto. Un injerto constitucional malévolo y demencial, profundamente antidemocrático aparecía en el horizonte de la patria. Un techo de brillo sombrío sobre las instituciones y las libertades públicas se aproximaba sobre el cuerpo del ciudadano; afortunadamente el país lo despacho de manera contundente.

La derrota no es cualquier cosa. Es aplastar la idea que siempre rondó por la cabeza. La propuesta llevaba la verdadera intención de imponer la bota de la dictadura comunista. Era el último round para colocar el golpe certero sobre la ceja derecha. Un cruce de combinaciones para sembrar con los reales de todos los venezolanos, un socialismo desquiciante; enemigo de la libertad y la democracia.
En las largas horas de conversación con su patriarca Fidel, quizás aderezó parte del desaguisado mostrado; sin embargo la democracia venezolana tiene enormes reservorios de grandeza.

El riesgo todavía espera en los acantilados. Hugo Chávez herido en su orgullo buscará llevar a los actores políticos al angosto ruedo del señuelo. Un ardid tenebroso que tratará de hacerlo nacer del sombrero de mago. Entre las palmas y abrazos por la reconstrucción de una nueva relación entre gobierno y oposición, está una fiera que asecha. El socialismo del siglo XXI, ahora busca la paz de los funerales.

Ahora surgen nuevas posibilidades de avance. El chavismo sin Chávez vive horas de esplendor. El dueño del circo se estrelló en su fantasía. Su derrota es el cianuro para la intolerancia.

Alexander Cambero