¡Cubano carajo, qué difícil te resulta entender! Revolución significa cambio, transformación. ¡Eso es lo que yo estoy pidiendo a gritos! Cambios, transformar esta inercia en algo productivo. Productivo para todos.

¿De qué revolución me hablas a estas alturas? ¡Revolución no es resistir!

¿¡Resistir!? Resiste un sapo debajo de una piedra una noche, ¡sólo una! Pero tú llevas ya las mil y una noches resistiendo y hoy tienes menos esperanzas que nunca de que amanezca. Por el contrario cada vez el futuro se hace más oscuro.

Seamos racionales, respóndeme sin apasionamiento. ¿Cuánto tiempo crees que resistas? ¿50 años más? ¡No te alcanza una vida criollo! ¡De qué te sirve no morir si te estás secando! ¿Cuál es el plan, muéstrame la estrategia, donde el business plan que te sacará de la pobreza? Yo sólo quiero que me demuestren que tienen la solución, que no es un perdedor que se obstina en no reconocer que perdió, que no sabe pa´ donde coger y que nos está haciendo perder el tiempo y la vida a ti y a todos.

Yo quiero evitar que tus hijos se marchen, como lo hice yo. Quiero que encuentren esperanza en su propia tierra, reconstruirla juntos. Que tu hijo no muera en el mar o tu hija se marche casada del brazo de un viejo a vivir lejos de ti. Yo no quiero que termines tu vida con una pensión de mierda y preguntándole a tu amiga que trabaja en el banco si ya llegó el dinero que cada mes te envía la niña en forma de remesa.

Mírate viejo, mira la sala de tu casa. ¿De qué te sirve el título de ingeniero que cuelga en un cuadro si los pocos desvencijados muebles los heredaste de tu viejo, que los compró sin necesidad de título y ni siquiera sabía escribir. ¡Cómo duele que tú quisiste siempre ser como tu padre y hoy tus niños sueñen con ser cualquier cosa menos como tú! Al menos ellos tienen un sentido más práctico de la vida, y no se engañan con falsos compromisos: ven en ti un fracasado.

Cubano, ¡Pero que cabezón te has vuelto viejo! Ver las cosas de otra manera no me hace mafioso como te ha dado por llamarme. ¡Que yo no quiero imponerte na´! ¡Qué tú no eres mi enemigo, mi enemigo es la pobreza que nos destruye! Yo jamás levantaría un dedo para lastimarte, por el contrario te estoy ofreciendo mis brazos y aprovechar la experiencia de todos los cubanos, dentro y fuera para levantar lo que nunca debió perderse. ¡Que yo soy tan víctima como tú! Ambos morimos de hambres distintas enredados en las barbas de medio siglo. Y es hora de afeitarnos.

Yo sé que esta carta irá a parar junto a tantas otras a tu papelera de reciclaje. Sólo quería poner a cada uno en su sitio, ponerte a tono con los tiempos.

Yo quiero revolucionar la sociedad cubana y tú no quieres evolucionar. Aquí yo soy el revolucionario y tú el contrarrevolucionario.

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