La oposición, tan silenciosa como los Castro: Cuba se abandona a su orgulloso ensueño de reserva espiritual de la Revolución
07/08/06 • 04:38 GMT • Javier Monjas - Madrid

Con los Castro desaparecidos en un silencio que pretende añadir más dramatismo a las supuestas conspiraciones de unos Estados Unidos que, sin embargo, poca o ninguna atención prestan al problema intestinal en La Habana, obsesionados como están con el despiadado cáncer del Oriente Medio, la oposición cubana parece igualmente tan muda como desconcertada. Disidentes pudriéndose en las cárceles, miles de millones de dólares en fomento a la insurrección, poderosas organizaciones conspirando desde Miami... y, sin embargo, aquí no ha pasado nada. Muchos se preguntan por qué no ha nacido la Solidaridad cubana que, como la polaca hace más de un cuarto de siglo, termine de desplomar el parque temático de la carcomida excrecencia castrista.

Para empezar, nada parecido hay a un Karol Wojtyla atizando la insurrección desde los altares. Hasta en el Granma parecen sorprendidos al reseñar cómo la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba pide a la feligresía “oraciones para que Dios acompañe en su enfermedad al presidente Fidel Castro e ilumine a quienes han recibido provisionalmente las responsabilidades del gobierno”.

En segundo lugar, George Bush, hijo, tampoco es Ronald Reagan enfrentándose a cara de perro con el otro lado del Telón de Acero. Con el desmoronamiento del bloque soviético, Cuba ha dejado de ser un tumor creciendo a 130 kilómetros de Florida para pasar a ser poco más que un parque temático donde los turistas disfrutan de la decadente y enquistada excrecencia comunista de circuito cerrado y que sólo levanta pasiones en la industria estadounidense dispuesta a colonizar la isla antes de que China afiance su expansión con Chávez como nuevo Comandante vicario.

Pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿Dónde está la oposición interna, que, con la atención del mundo en La Habana, podría, al menos, hablar largo y tendido sin temor a las feroces represalias de cuando Cuba no estaba en primera página y nadie hacía mucho caso a los padecimientos de los rebeldes anticastristas? Y, más curioso, ¿dónde las poderosas organizaciones de exiliados apoyadas a mansalva por Estados Unidos con cantidades ingentes de dólares?

En el universo cubano de Miami el llamamiento a una insurrección militar interna se hizo con tan poca esperanza en el éxito como escasa sorpresa se ha producido cuando se ha confirmado el fracaso de la apelación. La promesa de Rice de un apoyo de Estados Unidos a “un cambio pacífico” no sólo ha frustrado las esperanzas de una acción enérgica de Washington sino que ha disuelto en la impotencia cualquier ansia de injerencia que, en las actuales circunstancias, no llevaría más que a una patética asonada inmediatamente contestada con las masas en la calle bajo la boina del Che.

Mientras tanto, desde el interior de Cuba, siempre se agitó la cercanía geográfica a Estados Unidos como el eterno espectro de una constante amenaza exterior. De forma complementaria, desde Florida esa proximidad se veía, precisamente, como una ventaja para cualquier tipo de estrategia intervencionista, incluso al estilo de Cochinos, si era necesario. Sin embargo, la geografía ha jugado a favor del mantenimiento de Castro en el poder.

Observadores políticos destacan con agudeza cómo, con Estados Unidos a 2.000 kilómetros en lugar de a 130, el millón de cubanos exiliados en Miami estaría en Cuba presionando por el cambio, como encerrados en Polonia estaban quienes terminarían desafiando a Jarucelski y a sus enormes gafotas oscuras de diseño bolchevique postestalinista. Además, los 20.000 visados de residencia anuales que Cuba recibe de Estados Unidos actúan como válvula de escape para la tensión interior de la isla.

Existe otro grave problema. Quizás el peor. No hay un líder. Destacados disidentes cubanos han terminado rehaciendo sus vidas en Estados Unidos o en España tras largos años -o décadas- en la cárcel. Nadie significativo queda en Cuba para levantar la bandera de la insurrección o ha desarrollado suficiente influencia y organización como para hacerlo. Los escasos motines más o menos espontáneos y desorganizados al estilo del Maleconazo de 1994 son insuficientes para desmontar la férrea estructura de control montada por los competentes arquitectos de la represión descendidos de Sierra Maestra.

Pero, además, el cubano se ha acostumbrado a sortear la sordidez de la vida cotidiana bajo el señuelo de que sus necesidades más básicas –sanidad, cultura, educación- se encuentran perfectamente cubiertas mientras se le ha inculcado que, con el capitalismo, tendrá más dinero pero también más gastos y terminaría perdiendo en el cambio.

Además, frente a la retórica revolucionaria de la solidaridad y la hermandad, el capitalismo y, en especial, Estados Unidos, es presentado –precisamente a través de ese sistema educativo y cultural- como un sistema egoísta, superficial y, al final, insatisfactorio, como lo demuestran los propios jóvenes estadounidenses que 'huyen' "del capitalismo y la supremacía blanca" para sumarse a la Brigada Venceremos.

En otras palabras, a diferencia de la emigración económica procedente de Latinoamérica o de África que llega a Europa o a Estados Unidos deseosa de bienes de consumo y del alto nivel de vida que lleva a las alegres y despreocupadas sociedades occidentales, Cuba se ve a sí misma como España se vio a sí misma una vez: como una reserva espiritual, la primera de Occidente; la segunda, de la Revolución. Y, en esas condiciones, los Comandantes Generalísimos mueren en la cama mientras una élite intenta saber si la palabra ‘transición’ se encuentra en el diccionario del próximo e incierto futuro.

http://www.nuevodigital.com/2006/08/07/l...nde-en-el-mismo
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Castrocomunismo: Sistema asimétrico de desgobierno que para cada solución tiene un problema.
Democracia alemana: sistema de gobierno financiado con barril sin fondo a costa de germanos devotos y sumisos, a quienes se les cobra por valor agregado, aportes de solidaridad o impuestos politicos declarados por falta de competencia e ineptitud de sus politicos.