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Alemania, donde fue inventado el kindergarten, tiene serios problemas de educación, según organismos internacionales.

El problema se complica porque los alemanes consideran que tener hijos es un problema y, en número creciente, hablan de que no los desean. Con tales truenos, muchos empiezan a pensar que la llamada "locomotora" de la Unión Europea no es el mejor vehículo infantil.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dio una calificación mediocre a Alemania en el campo de la educación. El país carece de una atención y educación para la infancia temprana, de acuerdo con la OCDE, entidad que agrupa a las naciones mas industrializadas.
Alemania tiene una larga tradición en la educación y pionero en la teoría y práctica de la educación temprana, para la cual abrió el primer kindergarten en 1840. Los conceptos pedagógicos alemanes se extendieron por el planeta y la palabra incluso encontró un nicho en otros idiomas.
Pero, 164 años no pasan en balde y la OCDE comprueba que la educación temprana alemana es deficiente en muchos índices vitales.
No se trata de falta de instalaciones bien equipadas, para el cuidado de los niños, o conceptos "ricos e integrales", sino que pocos se benefician de ellos.
El quid está en el dinero, con tarifas para los lugares que cuidan a menores de seis años fuera del alcance de las capas menos agraciadas y de los inmigrantes. Por otra parte, no abundan las instalaciones para atender a los menores de tres años, sean alemanes o hijos de quienes han llegado atraídos por la supuesta bonanza nacional.
La vida escolar empieza para los niños alemanes a los 6-7 años de vida, lo que significa un atraso cuando se compara con otras naciones.
Tal peculiaridad hace que una educación temprana pre-escolar adecuada y estimulante sea mucho más importante. Sin embargo, en Alemania, los fondos para la educación pre-universitaria es
tres veces mayor que para la primaria. La enseñanza universitaria es gratis, pero el kindergarten público, muchas veces, está fuera del alcance de las familias de pocos ingresos. Esas entidades pueden demandar hasta 1,800 euros anuales mientras los centros de cuidados pre-escolares piden tanto como 4,800.
La atención oficial al asunto no parece muy definida, si se tiene en cuenta que meses atrás, funcionarios propusieron alquilar a desempleados para ayudar en los centros. La OCDE advirtió que Alemania debe tener una política clara de entrenamiento profesional a los maestros de kindergarten.
No es un asunto exclusivo de los alemanes, pues hay un consenso de que todos los países industrializados tienen que invertir en la educación o perjudicarán su futuro. Esas naciones tienen grandes segmentos de sus poblaciones que envejecen y la enseñanza se torna esencial para asegurar la riqueza a largo plazo.
Pero, hay que tener en cuenta el concepto de "Educación para todos", propuesto por UNICEF y que empieza antes que la escuela. Con todo, no sólo cae la tasa de natalidad alemana, sino que las personas no
tienen el deseo de una descendencia, en contra de lo que se supone usualmente. Hubo un tiempo en el que se pensaba que la gente quería tener hijos, pero desistía porque las carreras le imponían límites y la falta de centros para atender a los infantes. No se puede estar muy seguro en las condiciones actuales
y tras los resultados de varias encuestas llevadas a cabo. El Instituto Federal de Investigaciones Demográficas concluyó que las alemanas no quieren familia o la desean pequeñas, como ocurre con las austriacas e italianas. En los tres países los hijos deseados son 1,52, como en Rumania
(1,52), mientras al otro lado de la escala están Francia (2,25), Gran Bretaña (2,23) y Turquía (2,14)
Una conclusión puede ser que los niños son deseados donde las familias juegan un papel de apoyo tradicional o donde las políticas oficiales lo estimulan. En Alemania, las mujeres se ven en un papel que fluctúa entre la tradición y el modelo de asociación igualitaria de los sexos.
En ese país, no hay un sistema de cuidados diurnos, las firmas carecen de historia de bondad en este campo y es usual que las familias sean extendidas. Una cantidad creciente de familias alemanas manifiestan que no desean hijos, aunque hay muchos que quisieran hasta dos.
De las mujeres entre 18 y 34 años, 16,6% consideran que el estado ideal es no tener hijos, en comparación con 5,5% en el resto de Europa. Entretanto, si de hombres se trata, un tercio de los alemanes prefieren quedarse sin hijos, una proporción mayor que en otras naciones del Viejo Continente.
Ya no constituye un modelo la familia de la pareja y dos hijos y expertos exigen una reevaluación nacional sobre el papel social de la familia y los hijos.
Sin embargo, hay que decir que no todo se debe a ganas o sentimientos y que existe un fuerte componente económico en estas tendencias. El desempleo llegó en noviembre a 4.257,000 personas, 59,800 por encima de octubre y 73,700 más que en igual mes de 2003, para una tasa de 10,3%.

El presidente de la Oficina Federal de Trabajo, Frank-Jürgen Weise, opinó que el desempleo pasará pronto la barrera de los 5.000,000 de personas. Para la OCDE, las vicisitudes alemanas por el euro fuerte y el escaso crecimiento mundial van a manifestarse en el mercado laboral hasta 2006.
Mientras, el ministro de Economía, Wolfgang Clement, dijo que las bajas en el ejército laboral pasarán de medio millón este año.

Una práctica usual es despedir a los empleados para recontratarlos después, en mejores tiempos, y que el contribuyente pague mientras tanto. Las escuelas y servicios públicos utilizan mucho estas prácticas, que Clement criticó con acritud, y los maestros tienen que conformarse con contratos de
nueve meses.
En cifras extra-oficiales se habla de que el umbral de 5.000,000 de desempleados está sobrepasado con creces, desde 1991, tal vez hasta más allá de 6.000,000. Los asesores del consejo económico del gobierno alemán estiman que deben agregarse 1.625,000 desempleados a las listas oficiales, sin contar a
quienes no se han registrado.
Las conclusiones de la OCDE sobre la educación han sido como un terremoto para los alemanes. Los orgullosos teutones no deben haberse sentido muy cómodos con una clasificación que los remitió en 2003 al sótano entre 32 naciones. El asunto se convirtió en un debate nacional y en otra encuesta restringida a 20 naciones, Alemania salió mejor parada. Pero, la mejoría pudiera ser ficticia,
porque en realidad lo que reflejó el estudio es que entre Este y Oeste hay un claro desequilibrio.
Pese a las críticas a la difunta RDA, en lo que fue su territorio hay un sistema de avanzada en centros de cuidados diurnos para niños.

Aunque han pasado más de 10 años desde la reunificación los cinco estados orientales mantuvieron aquel sistema. De tal forma, mientras en oriente 37% de los pequeños reciben atención en kindergarten, en el occidente la cifra baja a 2,7%. Súmese que, pese a tener derecho todos en teoría a una matrícula, apenas 25% de los párvulos hasta tres años la alcanzan en el occidente. Cuando del oriente se trata, la disponibilidad de plazas en esos centros casi se hace total. Otros factores, como la tradición de que las madres deben cuidar a los hijos, lo que ha perjudicado muchas carreras profesionales.
Así, la OCDE tuvo que exigir a Alemania que garantice plazas para centros de cuidados diurnos a todos los párvulos. La ministra de Familia, Renate Schmidt, anunció que se crearán 23,000 matrículas nuevas en 2005, pero el parlamento rechazó el plan.
El Bundestag alegó falta de fondos para emprender un programa de tal magnitud, pero el debate continúa.
Respecto a los programas de educación en los centros, la calificación alemana es buena por parte de la OCDE. Pero, las censuras se concentran en falta de un patrón nacional y de fondos (0,42% del producto doméstico bruto). Cifras muy por debajo del 1% recomendado por la Red Infantil de la Comisión Europea
para esos menesteres.